viernes, 28 de febrero de 2014

Payasos de hospital

No hay mayor incertidumbre que la que provoca el desconocimiento. Lo sabemos desde pequeños, desde que somos niños. Por eso, cuando asomamos por el campo de batalla de la vida sentimos una especie de vértigo en cuanto se nos escapan algunas cuestiones incontroladas.

El tener que pasar por una operación quirúrgica es un asunto que, aunque a veces se plantee como un mero trámite, no lo es. Se presenta, como poco, la duda sin método respecto a ese adormecimiento que nos ubica en un estado de cierta indefensión y de temor a lo que vendrá después, o en el entreacto…

Cuando apenas somos unos críos el miedo puede ser mayor, porque todavía nos faltan más datos en torno a lo que va a suceder, a cómo nos lo cuentan, y sobre los posibles resultados. Así, cuando vamos de camino a una sala de operaciones, que es como la vida misma, un puro riesgo, pero viéndole al toro los cuernos, cuando vamos, digo, por ese túnel de esperanza y de falta de fe, cuando la inseguridad se apodera, o se puede apoderar, de nuestro cuerpo y de nuestra mente, a menudo se produce el milagro de una cara feliz al lado nuestro. Si son dos rostros, mucho mejor.

Es el caso que podemos comprobar sobre la inmensa e impagable labor de los payasos de hospital. Te miran, te sonríen, y te dicen sin decirte nada que la existencia humana es una oportunidad para alegrarnos, incluso cuando la opción parece no llegar, en los momentos de tinieblas, de apagones analógicos en pos de un remedio mejor, que puede llegar, o no…

Ahí están: son los payasos de la vida, en este caso de un hospital de vida, procurando que nada falte en este valle inconmensurable de ocasiones para la sorpresa y la sonrisa en paralelo, aunque a menudo esto nos parezca imposible. Ellos, como nadie, te cuentan cuentos que no tienen fin, te expresan sus deseos más íntimos y sencillos, y procuran que no haya un atisbo de soledad hasta el momento mismo de la soledad, que se diluye en un espacio-tiempo sin tránsito.

“Milagros”

Son, sí, esos payasos que pasan un tanto desapercibidos hasta que los necesitas, hasta que ves en ellos a tus padres, a tus abuelos, a las gentes de bien que te quisieron, a los que te comunicaron las buenas venturas, las confianzas, las esperanzas, los milagros más sencillos, esto es, los mismos universales que nos vienen directamente de la Antigua Grecia. Te subrayan sin hablar apenas que la hermosura de un buen día está en el equilibrio de no faltarte una taza de té, un trozo de pan y una mano amiga, aunque sea desconocida, como la de ellos. Sin pretenderlo, sin auparnos a aceleraciones extrañas, te llevan, con sus caras y trajes de payaso, por un camino mágico hacia un Mundo de Oz sin mago, porque indudablemente los “milagros” son ellos.

Y después, cuando se supera el trance, cuando todo vuelve a la normalidad, cuando la imagen del pasado parece que apenas ocurrió, uno se acuerda, como hoy, de los payasos, de los payasos de hospital en sentido amplio y más que figurado, es decir, de quienes hacen sonreír a niños, a adultos, a perdidos por la nebulosa de la fe en la misma nada, y, aún entre lágrimas de jovialidad, se juran y se prometen a sí mismos que harán todo lo posible para que en el próximo trance, incluso en el más duro que pueda venir, nos hallemos con gentes como ellos, unos payasos de hospital a cada lado, aunque no los reconozcamos, aunque no vistan tal atuendo, aunque nada sea como les contamos ahora mismo.

Para concluir resaltemos que lo importante es que, en un evento severo, tengamos la suerte de no estar solos, y que disfrutemos de unos payasos sonrientes que nos digan que todo ha merecido la pena, y que, a pesar de los pesares, este planeta y sus seres vivos son algo extraordinario. Ganémonos desde ya a esos payasos. Son un ejemplo de comunicación, pura y bella comunicación.


Juan TOMÁS FRUTOS.

Salutación

Estimados/as amigos/as:

Sed bienvenidos a este espacio en el que tratamos de dar visibilidad a todo tipo de víctimas que tengan presencia en los medios de comunicación de masas, en cualquiera de sus soportes.

El equipo humano que forma parte de este Foro tiene intención de seguir investigando como viene haciendo desde el año 2007 desde las más diversas ópticas, desde la antropológica y filosófica, pasando por la jurídica, hasta abordar aspectos deontológicos, periodísticos, legales y de la más diversa índole, con el  fin de contribuir a dar luz y voz a aquellos y aquellas que aparecen en los medios cuando son víctimas de algún desastre, incidente o cualquier evento físico, psíquico, intelectual o moral.

Nuestro afán es superador de la actual realidad, pretendiendo búsquedas de soluciones de conjunto, y siempre teniendo en cuenta los derechos individuales, colectivos y societarios.

Contamos con todos ustedes, miembros del foro y lectores que se aproximan a este punto de encuentro. Nuestros corazones están abiertos. Tenemos muchas ganas de trabajar por el bien común. Un abrazo.

domingo, 23 de febrero de 2014

Un aprendizaje compartido

La mirada se tercia expresiva cuando trazamos los ejes que hay en común entre la ciudadanía, la educación y el papel de los medios informativos, pero, en su sencillez, también es clara cuando tratamos de adivinar las claves de la profesión periodística. El Periodismo evoluciona, indudablemente, con los mismos cánones y desde los mismos parámetros de la sociedad misma. Hay un cierto mimetismo que tiene muy mucho que ver con la propia idiosincrasia del uno y de la otra. Esto que señalamos, constituido en verdad casi objetiva, hace que los medios de comunicación sean una suerte de espejo del lugar y del tiempo donde estén incardinados, por mucha perplejidad o sorpresa que esta situación nos pueda generar con sus claros y con sus aspectos más oscuros.

Además, el modelo avanza a pasos agigantados. Gracias a la incursión de las Tecnologías dela Informacióny de la Comunicación, el periodista está en una etapa de adaptación en un flamante escenario caracterizado por la democratización de la Información. Esodice la teoría mayoritaria, que defendemos a ultranza, aunque a veces haya disfunciones, que existen y hemos de solventar. Es ésta, la actual, una fase en la que los ciudadanos participan y ayudan de una manera extraordinaria al periodista. Son los nuevos “gate-keepers”, esos generadores y seleccionadores de contenidos multimedia gracias a la incursión de Internet (nos referimos a los e-mails, a los blogs, a las redes ciudadanas, a las listas de distribución, a los diarios digitales…). Nos hallamos ante todo un entorno digital que invita al periodista a interactuar con toda clase de ciudadanos, y eso es bueno porque nos enriquece a todos, haciéndonos partícipes de la realidad misma desde distintos ángulos.

Tengamos en cuenta que se muda igualmente la interpretación, que el modelo de medios de comunicación caracterizado por una relación unidireccional, representada a menudo en la comunicación con instituciones públicas y privadas, ha cambiado a favor de un modelo omni-direccional y retro-alimentado por la aportación de los ciudadanos a través de las denominadas TIC´S (Tecnologías de la Información y de la Comunicación). Ésta es la gran revolución de finales del Siglo XX y de los albores del XXI. Pensemos en positivo, y digamos que hay todo un panorama que abre una visión esperanzadora y genera, paralelamente, un nuevo eslabón en la situación del Periodismo. La escalera permite, no lo olvidemos, más peldaños. Las entradas informativas, las propias fuentes, desmenuzan y articulan una realidad tan ingente como variopinta.

Es necesario describir este “paisaje” o “paisanaje”, que dirían nuestros escritores y literatos del 98, para demostrar que el periodista es más que nunca un portavoz de la sociedad, y que es imposible, debe serlo, cerrar los ojos a una realidad que el propio público al que se dirige le está brindando al mismo tiempo. Sin duda, el contenido que genera la sociedad en la Red es también un referente para que los profesionales de la comunicación puedan orientar su discurso informativo desde los variados “mass-media” en los que laboran y a los que representan. El intercambio de perspectivas, en éste como en otros supuestos, es edificante y constructivo.

Son muchos los ejemplos en los que el ciudadano, el sujeto universal de la información que nos indica Desantes Guanter, es el auténtico protagonista en y a ambos lados del proceso comunicativo. Por supuesto que debemos y podemos incrementar ese número de opciones de conocimiento, que lo son para la propia sociedad.

La calidad de los contenidos

Pese a estas posibilidades tan democráticas para compartir la información, los intereses empresariales y políticos sobre las empresas de comunicación pueden mermar la calidad de los contenidos que los periodistas pueden generar. Esto es un hecho que no nos debe impedir que veamos el bosque de las enormes posibilidades comunicativas y societarias que nos rodean.Se trata de una situación que, junto con la precariedad de los salarios, el desconocimiento sobre las asociaciones que defienden los intereses del sector y la falta de implicación de los poderes públicos para arreglar la situación socio-laboral de los periodistas, hacen que las metas no sean halagüeñas, pero pueden serlo, claro, con nuestro esfuerzo, con el de todos. La visión puede ser apocalíptica, sobre todo para las gentes que observan, habida cuenta de las circunstancias y de las condiciones que detectamos. No obstante, insistimos, el afán de superación nos ha de conducir por otros derroteros más optimistas. Además, la sociedad ha de albergar confianza en sí misma. El quehacer es de conjunto, y no de partes aisladas.

Tan importante como las retribuciones paupérrimas en las que nos movemos es el exceso de periodistas que salen de las Facultades sin encontrar trabajo, así como la falta de “polivalencia” con la que se licencian en estos centros de educación superior, especialmente por la carencia de tiempo y de medios para cumplir plenamente los planes de estudio, las indicaciones de los expertos y los deseos de colaboradores y responsables del ámbito universitario. Hay excepciones, como antes indicamos, y hay suficiente e inestimable esfuerzo por parte del profesorado y de las propias entidades, pero aún los recursos se tercian insuficientes.

El panorama que nos rodea brinda unas ocasiones excepcionales de mejora societaria desde el atrevimiento unánime de que nuestra labor debe fermentarse con el asentimiento de todos. En el global de opciones informativas, y desde una óptica personal, profesional y empresarial, hay una pluralidad comunicacional y comunicativa que nos debe hacer sentir un orgullo muy claro y singularmente basado en el quehacer de todos aquellos que estamos involucrados en el proceso de envío/recepción de los mensajes públicos. Toca, en paralelo, un aprendizaje mancomunado para aprovechar toda la sinergia y las destacadas ocasiones que nos circundan. Aquí no puede haber tampoco una faena individualizada y compartimentada. Ayudemos a que la ciudadanía aprenda a hacer un mejor uso de los medios, y en esa labor de cimentación ganaremos, con seguridad, todos.


Juan TOMÁS FRUTOS.

sábado, 15 de febrero de 2014

Reflexiones en positivo

De vez en cuando, aún a riesgo de que con la crisis no todo se entienda como corresponde, conviene que hagamos algún balance contemplado, alternado y complementado de reflexiones que busquen el consenso y la salubridad. Sin duda, es enorme la evolución que podemos constatar en España en las últimas décadas, un progreso, por supuesto, que no debemos perder. Por poner una fecha del medio plazo que nos parece interesante, subrayemos que en los años 80 vivíamos en un país que se estaba haciendo a sí mismo, y el Periodismo también hallaba nuevas rutas. Había, como hoy, grandes maestros, con los que manteníamos una relación de conocimiento y de cercanía. Algunos, desgraciadamente, ya no están, pero los seguimos llevando en el corazón. Dentro del aprendizaje constante, lo primero que tiene que ser un periodista, nos repetían, debemos reiterarnos, es buena gente.

Para que esto sea así, debemos fomentar la docencia, que nos invita a refrescar los conocimientos y estar al lado de la gente más joven, que empuja con fuerza, con el afán de seguir aprendiendo. La educación nos obliga al reciclaje, a organizar el discurso con ideas cercanas a los procesos de trabajo, a los nuevos y los más veteranos. En los estudiantes, y eso siempre es una suerte, advertimos el ímpetu con el que comenzamos: nos recuerdan que no debemos perderlo.

Los futuros periodistas, tras esta ingente crisis, llena de incomprensiones, aportarán una visión de una sociedad en cambio en la que el ser humano debe estar por encima de todo. Es, la actual, una generación muy preparada con ganas de dejar patente que su oportunidad debe ser aprovechada. Entre todos debemos contribuir a ello.

En paralelo, subrayemos que un periodista ha de contar lo que sucede, y, en esta dirección, preguntar lo que debe y dónde debe. Lo que no se sabe tiene que aflorar gracias a los profesionales de la información. En este sentido, la curiosidad debe ser básica. Si no tenemos coraje por conocer, no tendremos respuestas de futuro, que, por otro lado, es necesario buscarlas.

El género más influyente y cercano, o eso me lo parece, sobre todo si está bien utilizado, es la entrevista. Lo importante en ella es que conozcamos las actitudes de la persona con la que conversamos, esto es, que se entrevea si conoce los asuntos sobre los que tratamos, si le interesan, si obra con buena intención, si es capaz en sus tareas, si puede tener contestaciones a lo que no conoce con el debido tiempo y preparación. No olvidemos que lo que más comunica es el lenguaje kinésico, es decir, el no verbal.

En este soporte o formato, como en otros, defendamos el concepto de buena intención. Es importante que destaquemos la labor de servicio público y de interés general por la que deben pugnar tanto los profesionales periodistas como los medios en los que trabajan. La Prensa desarrolla en todo el mundo un papel fundamental para que los sistemas se reciclen. Si se producen altibajos (como es natural, inevitables), antes o después triunfan los intereses de la sociedad gracias a la labor de las empresas periodísticas y de sus integrantes.

Servir a la sociedad

Los periodistas debemos replantearnos muy mucho lo que estamos haciendo, si no queremos que la crisis en todos los órdenes que estamos sufriendo nos afecte aún más. Debemos adaptarnos a las tecnologías y a los procesos de trabajo que les acompañan. Si no somos capaces de complementarnos y de decirle con hechos al ciudadano cuál es nuestro papel, en todo caso fundamental, estaremos abocados a transformaciones en las que podríamos perder la iniciativa, y eso no será bueno para nadie.

Ante la presente modificación de modelo, hemos de preguntarle al público en general en qué estamos acertando y en qué nos equivocamos. No olvidemos que administramos un derecho que es de todos, como indica el artículo 20 de la Constitución española.

Seamos, igualmente, sosegados en los planteamientos y en sus contenidos. Digamos lo obvio: llaman la atención los contenidos que se basan en sucesos o controversias llenas de ruido. Impactan mucho los accidentes, aunque la perspectiva ha de ser que tengamos en cuenta que hablar de pérdidas humanas siempre es triste. Necesitamos vernos de una manera global, con pros y contras. El deseo es que el retrato mejore desde una óptica real. Ojalá pudiéramos decir que no existe el paro, que la gente es feliz con mucha salud y con la suficiente economía para salir adelante. Si hablamos de la situación internacional, sería encantador servir de notario de que no existen las guerras. Hemos de contribuir a esa mejoría, que, además, es factible.

Otro apunte. Cuando cultivamos nuestras facetas de escritores apuntamos un modo de decir que nuestras creencias pasan por un poco de más optimismo. Manu Leguineche, ese maestro de periodistas que perdimos hace poco, repetía que deberíamos plantearnos por qué nos dedicamos, los profesionales de la comunicación, a escribir ficciones. Creo que es una manera de compensar ciertas carencias o interpretaciones.

Finalmente, digamos que siempre quedan preguntas, y siempre quedarán respuestas. Ésta es la vida. Los ciclos no se agotan, sino que se transforman, como estamos recalcando, y hemos de procurar acompañarlos para mejorar en la medida que podamos.

Juan TOMÁS FRUTOS.

viernes, 14 de febrero de 2014

Conectar con el nuevo día

Deberíamos contarnos lo que vemos, cuanto somos, en esta noche que es día, en el inicio de unos tiempos que nos conducen por sendas de pureza y amor, de entrega y anhelos por y para la libertad.

No extingamos los pronósticos, que nos han de permitir aguantar las fortunas dispares. No seamos hipócritas. Nos debemos importar. La proximidad ayuda. Tengamos cerca esas aguas que refrescan, en libertad, presintiendo lo que alberga motivaciones para adelantar y motivar los pasos, que no han de aceptar los ritmos pretéritos. Experimentemos el futuro.
Procuremos los instantes más interesantes, los que son en las vaguadas de la vida, que podemos y debemos superar. No nos quedemos en los inicios. Podemos ser muy dichosos en los instantes de superación, por duros que sean.
La existencia está plena de querencias, si las sabemos buscar. No platiquemos en lugares vacíos. Podemos ponernos en marcha pérdidas de tiempo. El gozo, con moderación, con riesgos, está ahí. Conectemos con el nuevo día. Aguarda, en silencio, que lo hagamos. Puede que sea cuestión de entrenar más. ¡Adelante!
Juan TOMÁS FRUTOS.

sábado, 8 de febrero de 2014

Consumos y hábitos mediáticos

            La lectura de periódicos, la escucha de espacios radiofónicos o la contemplación analítica de los espacios televisivos tienen mucho que ver con los hábitos. Se ve y se lee cuando existe, previamente y con continuidad, la costumbre. No es algo que podamos improvisar en algún momento de nuestras vidas. Además, el hecho de que la decisión sea nuestra nos hace mucho más libres. Es natural. La idea del ser humano es ir haciéndose poco a poco, con lo que aprende, con lo que comparte, con lo que le viene de sus ancestros. El aprendizaje tiene un alto componente de sacrificio y de entrega.

            Recordemos que uno no se puede considerar auténticamente independiente y autónomo hasta que es capaz de tomar sus propias decisiones de compras, de ventas, de estudios, de consumos, de dedicaciones en el tiempo libre y en el ejercicio de la profesión, etc. Perseguir los conceptos de verdad, de objetividad, de buena intención no es fácil. Necesitamos ir poco a poco, consolidando actitudes desde una gran dosis de responsabilidad.

            Está demostrado que hay un efecto mimético o emulador de lo que contienen los medios por parte de la sociedad. Cada año, los “media” ofrecen millones de imágenes con una realidad descarnada, con violencia gratuita, con guerras que parecen de ficción pero que no lo son, con violaciones de todos los derechos, con hambres y enfermedades evitables, con esos sub-mundos que crean los primeros mundos… Además, se ofertan en los diversos canales a través de unas formas descontextualizadas, sin explicar, sin dar las contrastadas opiniones que nos podrían invitar a entender lo que ocurre de verdad. No somos conscientes de ello, o no queremos serlo.

El hecho constatado en todos los estudios que al respecto se han hecho en las Facultades de Psicología de España es que, cuando hablamos de suicidios, cuando los aireamos, éstos crecen, a menudo más en las zonas donde se han dado. Cuando mencionamos violencias de diverso género, éstas, en vez de descender, se disparan, y a menudo de manera alarmante. El ser humano -una parte, al menos, y, aunque pequeña, tiene su peso- se queda de manera instintiva con estos desórdenes, que precisan sus contrarréplicas o contrapesos con el propósito de apartar y alejar los malos ejemplos. Ése es el quehacer “sociabilizador” en el que hemos de invertir mucho tiempo y actividades. Seamos más proactivos.

            Somos, y esto es algo que debemos recordar, lo que vemos, lo que vivimos, lo que experimentamos en nosotros y de y en nuestro entorno. Los análisis indican que a los siete años, los niños y niñas europeos (imaginamos que en otros contextos es igual) han recibido millones de escenas violentas, que son aprehendidas por sus retinas, pero que difícilmente pueden entender con sus aún jóvenes mentes, que no terminan de comprender el porqué de todo esto, así como tampoco llegan a discernir el sinsentido de contextos donde, para ellos, es complicado diferenciar la realidad de la ficción.

Por los universales morales

Por desgracia, ante todo ello no hay un afán societario comprometido y claro desde el punto de vista de los conocidos como universales morales, que ya no se reconocen como antes, seguramente porque, en la saturación informativa, tocamos vehementemente unas fuertes cifras de desinformación. Por ende, las Administraciones Públicas deben esforzarse, mediante el sistema educativo y articulando las leyes que sean menester para que haya una auténtica protección de la infancia. Debemos entre todos interiorizar esta necesidad. Hemos de ir más allá de las leyes.

            El dejar hacer no es una buena política, entre otras cosas porque, de vez en cuando, hay que procurar que interactúen los variados elementos, estamentos y entidades de una sociedad al objeto de corregir desequilibrios y de procurar que las minorías o determinados pensamientos vayan en pos de una libertad y de una autonomía vigorosa y siempre saludable.

Los medios comunicación son muy importantes como para no fijarnos mucho más en ellos. No es cuestión de controversias, sino de búsqueda de soluciones.

Juan TOMÁS FRUTOS.

domingo, 2 de febrero de 2014

Instantes que son todo

Me encanta ver las muestras efusivas de felicidad. El ser humano, a menudo metido en innecesarios problemas, es capaz, de vez en cuando, de escapar de la desidia, del hastío y de la torpeza, para mostrar lo mejor de sí mismo. La dicha, que llega a cuentagotas, nos oferta ocasiones para vivir momentos de tránsito dichoso: sin duda, los aprovechamos con interesantes y suaves muestras de cariño, con guiños, con saltos, con imágenes de profunda amistad, de amores hermosos. Son una lección vital: es lo que anhelo mostrar en esta ocasión.

No sé si el tiempo, si la meteorología, si la posibilidad de salir a la calle ayuda, o si contribuyen en positivo los calores con sus planteamientos indelebles. Lo cierto es que, a veces, los astros se conjugan y los verbos que aparecen son maravillosos. Nos planteamos, en algunas oportunidades, que la vida es bella, que lo es en lo sencillo, y sencillamente la palpamos en esa intrahistoria que no tiene nombres de brillo y sí situaciones de auténtica heroicidad. Lo cotidiano, con dosis de entusiasmo, hace la existencia más justificada y explicada. Al final, y al principio, lo nimio es, si se basa en la franqueza, lo que nos arregla el corazón y nos experimenta en equilibrio.

En los momentos, más o menos efímeros, en los que vemos la belleza de un abrazo, de unos besos, de unas lágrimas por compartir la felicidad de un instante también breve, en esos momentos o etapas nos decimos sentirnos orgullosos, porque lo estamos, del ser humano, de una raza que no siempre es capaz de sacar lo mejor de sí misma, pero que tiene gestos claramente deliciosos. Son los casos que referimos aquí. Si hacemos balance, entiendo que hay más bueno que malo, y así lo debemos sostener buscando dinámicas de progreso social desde el respeto individual.


Cada jornada nos brinda oportunidades de existir, de resistir a lo negativo y de imponernos ciclos de avances sencillos y plácidos, colmados de jovialidad y de estilos genuinos. El ser humano vive de la pureza de relacionarse con sus conciudadanos, que, asimismo, cuentan entre sí (deben). Somos referencias de ilusión.

Los encantos de cada segundo suman futuro. Éste viene de la maravilla de entender que la historia la hacemos disponiendo lo más lindo. Hagamos, por favor, que las escenas que se suceden se expriman en el mejor de los sentidos para aprender y para compartir. Desarrollemos los cimientos sociales, económicos, culturales...  Compartamos con gratitud nuestros destinos delicadamente insuperables.

Me deleito perennemente con esas actitudes de alegría, de jovialidad, que, a su vez, compartimos con los convecinos, incluso con gentes a las que no conocemos, y con las que no tenemos trato, pero que vemos, en la inmensidad del océano, como hermanos de una realidad que necesita, en determinados trechos, de un cierto descanso. El ingenio que fraguamos, en algunas oportunidades, lo gestamos también en las demostraciones de una entrega que, por no poner condiciones, nos regala pasión y entusiasmo por haber estado ahí, a una hora determinada, sin darle más vueltas, porque sí. Esos instantes, sin duda, valen todo. Frente a lo que dicen algunos, entiendo que somos capaces de lo mejor partiendo de una carga de franqueza y optimismo.  Superaremos la crisis.


Juan TOMÁS FRUTOS.