sábado, 22 de marzo de 2014

La oportunidad de vivir

Sabes que vivir es pensar, experimentar, seguir, sugerir, tocar, palpar, comunicarnos con nosotros mismos, avanzar en progresiones que debemos compartir en escenarios nuevos.

Nos hemos convencido con hechos, y por eso estamos deseando que llegue el nuevo día, que nos inunda de emociones, de felicidad en definitiva. Tenemos suerte de ser en esa entrega mediata.

Surgiste como una diosa, y como tal me regalas un planteamiento de equilibrio. Te confundes entre el sueño y la realidad, y, así, abundas en todas las horas del día, que plantean regresos, convenciones, uniformidades.

Nos hemos repuesto de las consideraciones de antaño, que nos han presentado en los albores del día con la alegría suficiente para conocer el genuino cariño, que nos corrige y nos hace mejores. Es un planteamiento natural, como la flamante jornada, que nos brinda la oportunidad de vivir, y, claro, vivimos.


Juan TOMÁS FRUTOS. 

jueves, 13 de marzo de 2014

La educación de los más jóvenes

El ámbito más sensible de cualquier sociedad lo constituyen siempre los más jóvenes. Ellos son los que heredan el futuro, y, en este sentido, hay que esforzarse con ahínco para que su formación sea la más conveniente e idónea. La revolución que suponen los avances de las últimas décadas nos llevan a la necesidad, si cabe, de una mayor protección. Recordemos que el universo es más cercano cada día. Lo es por la educación, por los progresos societarios en todos los niveles, especialmente en el tecnológico. Eso hace, entre otros menesteres, que nos tengamos que esforzar más para evitar deterioros y daños en los aspectos formativos.

Hablamos habitualmente de la enorme incidencia de las nuevas tecnologías en todos los sectores de la población, de cómo se introducen en nuestras vidas con apenas resistencia, de la información y de los datos que pululan y se movilizan a través de Internet. Su presencia total, su posibilidad de llegar a cualquier parte, se traduce en que no hay resquicio donde no puedan tener un impacto más o menos visible y fortalecido.

Precisamente por esa penetración global, y porque contribuyen a la universalización de formatos y de contenidos, hemos de pensar en las cautelas, garantías o alertas con las que debemos trabajar cuando tenemos niños cerca. Los ordenadores son instrumentos que procuran conocimientos, en sentido genérico, muy idóneos. No obstante, y con la multiplicidad de informaciones que se mueven por doquier, es aconsejable que tomemos las suficientes medidas que impidan que determinadas informaciones lleguen a los consumidores más jóvenes, fundamentalmente a los adolescentes y a los niños, sin digerir, sin filtrar o sin el necesario contexto o explicación.

La información precisa valores y datos previos para que se pueda entender en su plenitud. La infancia ha de ser (lo es, de hecho, en todos los aspectos) el sector más protegido de la población. Una buena educación contribuye a un oportuno y extraordinario crecimiento que redundará, con seguridad, en esos ciudadanos y ciudadanas que harán del territorio donde viven una ubicación óptima desde todos los puntos de vista de la convivencia humana. Ésa es la aspiración al menos.

Por lo tanto, proteger de abusos, de contenidos “contaminados”, de violencia, de pornografía y de otros deterioros y delitos es una necesidad para todos. Aquí la formación desde los primeros estadios de la vida humana es un imperativo que se traducirá, si conseguimos ciudadanos auténticamente libres a la hora de elegir, en una sociedad más dichosa y variada. Cuando hablamos de una buena educación, hablamos, paralelamente, de una óptima comunicación.


Juan TOMÁS FRUTOS.

viernes, 7 de marzo de 2014

Crisis y creatividad


Las visiones sobre la crisis que asola todo el planeta en la actualidad son variopintas, pero aquí, sin duda, preferimos quedarnos con las interpretaciones más halagüeñas. Es evidente que ante situaciones complicadas nos crecemos y fortalecemos en los ámbitos intelectuales y societarios. Ocurre en más esferas también. Como decía Chesterton, “si no fuera por la roca del acantilado la ola no llegaría tan alta”.

Quizá por ello, o por otros motivos más o menos subjetivos, ante cualquier tipo de puesta en cuestión de lo que tenemos o respecto de dónde vamos, el consejo es que seamos creativos y que abordemos cuanto ocurre con imaginación. No hay mejor itinerario.

Hablar, actualmente, de que estamos inmersos en una crisis económica, que seguramente se extiende a otros conceptos o elementos de la sociedad, es recrearnos en lo obvio. Ríos de tinta se han escrito por doquier, utilizando todo tipo de formatos y de géneros y soportes mediáticos, para abundar en lo que estamos viviendo en todo el planeta (en algunos lugares es una realidad mucho más opresiva). Las convulsiones más o menos visibles están ahí, y se perciben a través de la bolsa, de las pérdidas de empleo y de insuficiencias materiales y contables.

Por supuesto, esta crisis ha tocado de lleno al mundo de los medios de comunicación, y también, pese a su proliferación constante, a aquellos que se basan en las nuevas tecnologías informativas. Además de señalar que todo esto era previsible, la pregunta es si es evitable en sus grados más superiores. La mayoría de los expertos creen que sí. Después de todo, los nuevos modelos de trabajo nos permiten una gran altura de miras y una flexibilidad más patente y jugosa.

Asombra ver cómo esta crisis está llegando a todos los estadios, y como empresas y profesionales que han sabido en todo momento adaptarse a los nuevos tiempos se han dejado llevar por la tormenta, por el tornado de la desaceleración. No han podido con la coyuntura actual. El modelo está mutando, con prisas, momentos intermedios, y detenciones de los procesos que aún están flamantes. Es cuestión de paciencia y de obtener el más alto provecho societario, esto es, debemos perseguir el bien común.

Algo pasa. Seguramente hemos perdido no solo el crédito material, sino también la credibilidad en nosotros mismos. Hay menos fe en que seamos capaces de reaccionar en tiempo y forma. No pensamos que tengamos capacidad de detener la crudeza del huracán. Quizá pensemos que hemos sido tan flexibles en algunas cosas que en adelante, según nos decimos, no podemos serlo más. La tradición está cambiando, y nosotros también giramos.

Como propuesta de futuro, de presente ya, tenemos al alcance las labores que tienen que ver con las tecnologías de la información. La flexibilidad que ofertan los nuevos medios informáticos, las nuevas mecánicas laborales, nos pueden llevar, sin lugar a dudas, por unas sendas de una mayor, y más creciente, creatividad y entusiasmo.

La ilusión casi dejada en los cuentos de la infancia ha de ser la premisa ante todo lo que está por hacer, que es mucho. Puede que, en vez de competir, tengamos que articular nuevas formas de trabajo partiendo de la solidaridad y de la entrega a los demás. Es posible que compartiendo generemos más. Señoras y señores, en esta etapa de increencias es cuestión de probar. A lo mejor hasta resulta positivo.


Juan TOMÁS FRUTOS.