Es un
buen compañero de viaje. Su afabilidad justifica casi todo. Su conversación es
entrañable, y, en paralelo, didáctica. Hace tiempo que nos conocemos, y, aunque
la existencia se perpetúa con la calidad, y no sólo con la cantidad, es verdad
que atesora una gran riqueza de experiencias. Quizá por eso es tan noble.
Todo y
nada se puede decir de las personas sencillas. Él es ese tipo que uno quisiera
tener cerca en los malos momentos, porque responde, pero también en los buenos,
porque nos permite disfrutar de una manera hermosa.
Es un
genial periodista. Escribe como los ángeles y habla con la complicidad y el
honor de los que han aprendido que el ser sabios no es una cuestión de recopilar
informaciones y acontecimientos. Él los entrelaza como muy pocos. Quizá por eso
ha recibido últimamente varios galardones. Los merecen él y lo que hace, él y
sus compañeros de aventuras.
Me gusta
su corte de pelo, sus aires de persona serena y divertida a la vez. Causa, con
su carisma, una óptima impresión a primera vista, pero, fundamentalmente,
engancha con el paso del tiempo. Es entonces cuando como compañero que es le
incorporamos el vocablo de amigo. Les hablo de Javier Hurtado, un reconocido comunicador taurino que cosecha un
poco de todo y que, en lo suyo, podemos llamarle maestro. No nos equivocamos.
Además, luce el mostacho extraordinariamente.
Aunque
suene a tópico les diré que sabe en abundancia porque sabe querer. Esa actitud
siempre funciona, tanto para lo personal como para lo profesional. Dar vueltas
por otros recovecos es no interpretarlo correctamente. Por lo tanto, aprendamos
de él, de gentes como él. Seguiremos una interesante senda. ¡Gracias, colega!
Juan TOMÁS
FRUTOS.
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